Ella de niña tubo un sueño, pero no un simple sueño de una noche, no era un simple sueño de los que te puedes olvidar a pocos días de haberlo visto, era algo más que solo imágenes en el subconsciente, era un camino que tal vez tendría que seguir, ya que soñaba muy a menudo con él, tal vez no religiosamente a diario pero dulcemente en ocasiones y la verdad la idea de lo que podría ver en ellos le estaba empezando a crear un sentimiento de aceptación acerca de lo que iba viendo por esos tiempos.
Grandes jardines se desplegaban en sus sueños, a sus pies largos caminos de piedras surcaban los pastos que llevaban a altas construcciones con acabados en piedra u otros materiales, ella iba caminando lenta y pacientemente hacia puertas de gran altura y luego despertaba, era uno de esos lugares donde uno puede estar tranquilo, y podía sentirse bien.
En muchos otros sueños venían a su mente las imágenes de una despedida, donde ella podía observarse así misma sonriente mientras que sus padres se mostraban con unos ojos fulgurantes, escondiendo algunas lágrimas, tratando torpemente de escudarse en una sonrisa fingida y amplia al mismo tiempo que decían "Hija, te extrañaremos mucho, te apoyamos en tu decisión pero si te arrepientes siempre estaremos aquí para ayudarte", esas palabras las había ya escuchado muchas veces y siempre le provocaba el mismo sentimiento de felicidad, que aún no entendía.
Finalmente habían otros sueños donde ella se encontraba en una habitación donde solo la acompañaban en silencio una cama de media plaza, una mesita de a lo sumo un metro cuadrado, con un jarrón con flores sobre ella, un cuadro y una cruz de madera en la pared, después de todos estos sueños es que empezó a interesarse un poco mas en la vida espiritual.
La muchacha creció, la niña que alguna vez en tiempos de juegos y carreras para ir a comprar algún caramelo a la tienda se habían desvanecido junto con los berrinches y los muñecos de peluche, llegaba el momento en que ella tenía que empezar a decidirse por un camino, que al parecer ya tenía grabado en la mente como con tinta indeleble, seguir un camino espiritual, pero no era tan sencillo, sabía que tenía que dejar muchas cosas atrás y si tenía que dejar algunos recuerdos, quiso que quedasen los mejores con la gente que quería.
A 12 horas en bus, desde pueblo donde ella se encontraba se levantaba un gran convento él único que hacía de fuerte para la fe cristiana por esta región, parecía ser algo mas que un sueño para Luz, parecía que era un cofre donde podía encontrar la razón del porque de sus sueños, un lugar donde hallaría algo mas que un camino, sería el lugar de un destino, pues ella había decidido ser monja.
A sus cortos y aún recién estrenados 17 años, era una señorita de blanca sonrisa, la chica amiguera del colegio, que ayudaba a todo cuanto podía, de una manera amable y sin presunción, era la confidente de muchas de sus amigas, en realidad siempre tuvo buenos ideales y buenos consejos para dar, que se apoyaban en su gran virtud de saber escuchar, lo que Luis, un compañero de clases siempre le hacía notar.
Luis era su mejor amigo, había sido muy influenciado por los ideales y pensamientos de Luz, como aquel rehabilitado que llega enfermo del espíritu a aquellos centros de ayuda, el venía de un hogar no muy estable, donde los problemas y peleas estaban a la orden del día, ella había sido como enviada por alguien para ayudarle y el respondió con amistad, algo que pocas veces había podido dar, pero sabía que esta vez podía hacerlo.
Llegó el día de la partida, de todas las despedidas tristes que había tenido con todos sus amigos, vecinos y maestros, aún le aguardaba con un poco de nerviosismo y ansiedad la más difícil de todas las despedidas que alguna vez pudo haber hecho en su vida, despedirse de su familia y de su mejor amigo, que aquella tarde febrerina le harían arrancar sonrisas melancólicas y lágrimas dulces de la más triste emoción, sus padres dijeron lo que en su sueño alguna vez vio, ahí fue cuando ella sonrió, pero en el momento de dejar a su amigo,grabó una frase que nunca pensó escuchar: "yo estoy enamorado de ti..."-ella solo observaba con asombro y escuchaba-, "no sé como pasó, todo esto es diferente, nuevo para mí, pero existe algo aquí dentro que siento que me hace decirte las cosas con seguridad. Ella quiso hablar: Yo -el la detuvo - pero de cierta manera sé que es tu sueño y solo quiero que sepas que te escribiré y te extrañare.
Ella solo pudo sonreír y soltar una lágrima.Luis terminó diciendo: "acá está mi primera carta leela en el camino, si está ahí escrito alguno de tus sueños, respóndeme cuando llegues, estaré feliz de saber que no me equivoqué en no insistirte."- él la abrazo.
Al pasar el tiempo, ella nunca se supo explicar como es que su amigo sabía que flores adornaban la mesa de un metro cuadrado que descansaba junto a su cama, bajo aquella cruz que estaba adherida a la pared. Ya que solo recibía en cartas, con mucho cariño que nunca explicaban como es que sabía de los sueños de los que ella nunca hablo.
A veces cuando uno tiene que decidir en que lugar está su destino, debe de dejar muchas cosas atras, la idea de ser fuerte y enfrentar tus decisiones debe estar siempre en tu cabeza, y si demoraste en darte cuenta, trata de que "ese ya es muy tarde", cambie por "creo que podemos hacer algo".
1 comentario:
es muy melancólica, y algo triste... siempre tenemos que afrontar cambios... lo triste es cuando a último momento se te presentan otras oportunidades que pueden hacerte cambiar de decisión... pero todo pasa por algo, y es para algo bueno :)
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